Soy no binarie.
Esto es un acto de definición de identidad.
Soy no binarie.
Esto es un acto de definición de identidad.
Tatita dios
es un viejo envidioso
que se pone triste
cuando usted culea
fuera del matrimonio
Llueve muerte sobre los techos
Despierta al infierno gélido del misil
Rostros amarillos lagrimosos digitalizados
¡ay de mí!
¡ay de mí!
Despierto (no he dormido bien, ya no duermo bien).
Me baño.
Respondo algunos mensajes.
Me visto.
Manejo.
Trabajo.
Hago como que trabajo.
Trabajo.
Trabajo.
Hago como que trabajo.
Fumo un cigarro, generalmente conversado.
Como un queque.
Me siento miserable un rato.
Siento que podría hacer más (o ser más).
Trabajo.
Almuerzo.
Cago.
Trabajo.
Hago como que trabajo.
Fumo otro cigarro, continúo la conversación.
Trabajo.
Trabajo.
Trabajo.
Manejo.
Amo.
Como.
Me desvisto.
Vuelvo a dormir (pero no descanso. Ya no descanso)
Me retuerzo en delicadas convulsiones, escupiedo en oscuros gargajos las letras que no me pertenecen. Giro a velocidad supersónica en el sentido contrario de las agujas del señor; la culpa es lanzada por acción de la fuerza centrífuga deshaciéndose en confundibles impresiones de tinta sobre la muralla: ¿qué ves ahí?.
Me reconozco expuesto, frágil y escrutado, pero también me sé orgulloso, disidente, cósmico y hermoso. Miro mi reflejo y no puedo evitar avergonzarme.
Tiemblo constantemente; con la duda incinerándome lentamente las plantas de los pies…y las manos.
Abro los ojos y no reconozco mi entorno. Los cierro; tampoco me imagino otro.
Mientras caigo por un agujero, que para mí parece ser un túnel infinito, las voces del mundo se comienzan a escuchar distorsionadas. Sin importar el esfuerzo que haga, sus bocas siguen danzando sin articular frases con sentido. «Eso no es lo que dije», pienso mientras me sigo deslizando túnel abajo, pero mi lengua solo produce sonidos ininteligibles. Cierro los ojos, choco contra los límites inexistentes del abismo, mis uñas dibujan el recorrido espiral hacia un fondo que no conozco. «No tengo una solución diferente», intento gemir, pero el aire se agolpa dentro de mi garganta, ahogando cualquier posibilidad de comunicarme. Cierro los ojos, me golpeo contra el fondo (que tiembla bajo mi cuerpo, amenazando con no serlo). Ahora puedo mirar hacia arriba, mientras mis pies descansan sobre un suelo imaginario. Veo sus formas como sombras lejanas, vestigios de un mundo que alguna vez creí conocer.
Aquí estoy. Por ahora.
El sudor helaba mi espalda como la escarcha, la sangre se aceleraba en su camino a mi cerebro. Mientras mis músculos se tensaban eyectándome de la cama, la visión de lo que acababa de soñar se hacía más clara: Había visto el futuro.
Intenté afirmar mis rodillas, pero mi cuerpo se deshacía en una masa heterogénea desparramada en el suelo.
…
He logrado arrastrarme bajo la cama, cubierto de sudor, lágrimas y otros fluídos; espero poder dormir otra vez.
Mientras baila, deshace en pequeñas tiras el vestido de novia heredado de su madre, que antes había pertenecido a su abuela y a todas las mujeres de la historia. Sus pies arden como brasas; la muchedumbre la rodea con ojos halógenos. Gira, rasga un pedazo de tela, se consume. Gira otra vez, rasga otro pedazo de tela, se consume. La muchedumbre se vuelve masa uniforme, los ojos y los índices restando espacio a la danza. El mar de combustible humano se enciende a su alrededor, con ella como punto de ignición.
Ahora, nada.
,
Ocultas en la ciudad del adobe
las locuras se refugian de la realidad.
Amparadas por las velas vivientes
despliegan sus alas y tentáculos,
con las lenguas rozando las conciencias
frutales sabores tienen las experiencias.
Dejando caer los pesados ropajes,
peregrinxs de todos los astros
se amalgaman en el calor de las historias.
Perdida entre las risas pueriles
la danza de calendarios sin número
se eleva hasta enterrarse en las almas que la acogen.
Descansa, niño perdido,
las divinas culpas ya no pueden alcanzarte.
Los apéndices no serán más cadenas,
ni el pensamiento juicio.
Duerme, hijo de David,
de noche las estrellas arderán para ti.
Arrópate entre las almas sagradas
de los gritos furiosos del mundo.
Ya no habrá candado ajeno que bloquee tus accesos,
bienvenida de una nueva era.
Despliega los retazos de tus corrientes eléctricas
y libera los químicos prohíbidos.
Ahora descansa, mi niño amado;
las siluetas deformes ya no podrán tocarte más.